lunes, 20 de septiembre de 2010

El filtro

Sos tu secreto. La canción que se escucha por la ventanilla abierta de un auto que pasa a los pedos. Y aunque la puedas escuchar cuando quieras, te llama sólo cuando es regalada y dosificada. La odias por eso. Pero la tenés que escuchar 20 veces seguidas, sacarle algo nuevo, amarla y olvidarla otra vez.

Y tiene vida propia. Un día te apuñala por la espalda esperando que grites. Y entre las líneas de algo que no llama la atención, tira el acorde tenso que necesita su tónica, que le saca el tope de cartón a la pata de la mesa, que desata los alambres y tacha doble la cadencia.

Lo que hay es el resultado de la lucha entre lo que se dijo desde que empezó y el momento perfecto que nunca llega.

Lo que hay es lo que se pudo deducir. Piernas musculosas por tanto esperar para saltar, tu lengua un trampolín casi sin usar, y mucha pero mucha contaminación visual.

El neón ciega pero se puede leer. El otro, fiel, lo moldea en caliente, se quema las manos para que el mensaje llegue. Y llegó.

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